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Los procesos en la resiliencia familiar segun Froma Walsh

La Resiliencia Familiar es un concepto proveniente del campo de la física, con diferentes significados según los ámbitos aplicados, pero con el común denominador que es una capacidad para soportar adversidades y recuperarse de ellas con éxito.

En relación a los primeros estudios sobre la resiliencia individual,  existen dos grandes grupos de teóricos:
- los estadounidenses: el concepto hace principalmente referencia al proceso de afrontamiento que ayuda a la persona a mantenerse intacta
- los franceses: vinculado al concepto de crecimiento postraumático; la capacidad de salir indemne de una experiencia adversa, aprender de ella y mejorar.

Ya en el siglo XXI el avance fue notable, considerando la resiliencia como una construcción relacional selectiva (Kalawski & Haz, 2003) y bastante presente en la vida cotidiana (Masten & Obradovic, 2006).

Estas dos ideas condicionaron los estudios a realizar, llegando finalmente a un modelo eco-sistémico de la resiliencia humana (Masten & Obradovic, 2006), con una visión multidisciplinaria.

Estas ideas, y esta visión quedan muy bien recogidas en la definición que da R. Pereira sobre la resiliencia individual, convirtiéndose en el preámbulo del nuevo concepto: Resiliencia Familiar.

“La resiliencia es un proceso dinámico, que tienen lugar a lo largo del tiempo, y se sustenta en la interacción existente entre la persona y el entorno, entre la familia y el medio social. Es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores protectores y personalidad de cada individuo, funcionalidad y estructura familiar, y puede variar en con el transcurso del tiempo y con los cambios de contexto. Implica algo más que sobrevivir, más o menos indemne, al acontecimiento traumático, a las circunstancias adversas. Incluye la capacidad de ser transformado por ellas e incluso construir sobre ellas, dotándolas de sentido, y permitiendo no sólo continuar viviendo, sino tener éxito en algún aspecto vital y poder disfrutar de la vida. La resiliencia se construye en la relación”. 
(R. Pereira)





Segun FROMA WALSH, el foco de la Resiliencia Familiar se sitúa en la familia (como unidad funcional) y a los procesos que en ella se dan, así como el entorno social en el cual se desarrolla. Es por eso que Walsh defiende:
- Una perspectiva ecológica, porque los problemas son fruto de la interacción entre la vulnerabilidad familiar y los contextos sociales, por eso estos últimos se pueden interpretar como ambientes útiles para propiciar la resiliencia.
- Una perspectiva de desarrollo, dado que las capacidades de superación y afrontamiento van variando a lo largo del tiempo, según la previsibilidad de estos, etc.

Los PROCESOS CLAVE para la resiliencia familiar, según Walsh son: Sistema de Creencias, Patrones de Organización y Procesos Comunicativos, los cuales tienen su VINCULACIÓN CON
LA VISIÓN SISTÉMICA.

El Sistema de Creencias sirve a la familia para dar sentido a lo que les esta pasando. Trabajar las creencias implica: dar sentido a la adversidad, generar una mirada positiva, y contar con la trascendencia y la espiritualidad.

A través de la terapia sistémica se trabaja para co-construir nuevos significados con la familia, empoderandola y transmitiéndole que puede hacerlo. La narrativa y los relatos (la construcción de significados a través de las palabras) elaborados por las emociones causadas por los hechos traumáticos, nos ayudan a integrar la propia historia (Bertram Cohler). Una narrativa que potencia la resiliencia familiar tiene que estar basada en aquellas creencias compartidas, que aumenten las opciones para resolver los problemas, para alcanzar la salud y el crecimiento común.

El trabajo a partir de los Patrones de Organización busca que la familia llegue a ser flexible (apertura al cambio, estabilidad en medio de la crisis, liderazgo fuerte, igualdad en el sistema parental….), muestre una aptitud para el cambio, y sepa y pueda contar con los recursos sociales y económicos (seguridad económica, movilización de redes sociales…).

La flexibilidad del sistema aporta el equilibro necesario entre la homeostasis y la morfogénesis. Será en los aspectos estables como las reglas, los roles, los patrones de interacción (rituales y rutinas) donde los individuos encontraran la seguridad, pero a la vez todos estos aspectos tienen que ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a las situaciones adversas. Como diría Walsh, “dar un salto adelante”.

En relación a la conexión emocional, la intervención irá encaminada al establecimiento de fronteras claras entre miembros y entre generaciones preservando así la organización jerárquica, reforzando el liderazgo y la autoridad, al mismo tiempo que ofreciendo un sentimiento se seguridad a todos los miembros de la familia.

Los recursos sociales y económicos también forman parte de este grupo. Haciendo referencia al concepto de sistema abierto defendido por Satir y Whithaker (entre otros) toma importancia el papel de los recursos sociales y la familia extensa como factores de protección ante las crisis.

Finalmente, los Procesos Comunicativos ayudan a expresar las emociones abiertamente, a clarificar situaciones ambiguas, a dar respuestas empáticas, y a promover la colaboración como método para resolver problemas. Aspectos que cambian un modo de reaccionar crítico ante las adversidades, por una postura positiva hacia el futuro. Walsh delimita cuales son las características más importantes para que una buena comunicación ayude a crear resiliencia familiar. La claridad y la congruencia en los mensajes, la expresión emocional sincera (conectando con la idea de inteligencia emocional de Goleman), y la resolución cooperativa de los problemas.

A modo de conclusión, haciendo algunas REFLEXIONES SOBRE LA APLICABILIDAD DEL CONCEPTO EN LA TERAPIA, se pueden utilizar las ideas de Walsh como mapa conceptual a la hora de diseñar las intervenciones con las familias. Teniendo en cuenta la importancia del sistema de creencias y por consiguiente los relatos narrativos que genera, una de las tareas principales de la terapia consistirá en el esfuerzo por ayudar a la familia a reorganizar su relato de vida, e aquí la importancia de las técnicas narrativas.

Haciendo una mirada más amplia de los modelos de organización del sistema familiar será importante una intervención multisistemica, con representación de todos los
agentes implicados.

Y finalmente, en el ámbito de los procesos de comunicación destacar la importancia
del trabajo en red y las coordinaciones entre servicios a la hora de la intervención.

GLÒRIA TORRENTS
Psicòloga i Terapeuta Familiar.




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La fuerza terapéutica de la metáfora

Cuando me matriculé en el Máster de terapia familiar socioeducativa, mi madre me preguntó para qué servía esto de la terapia familiar. Comencé por explicarle que una familia es un todo en el que cada miembro ocupa su lugar. Pero, ¿cómo seguir la explicación para que me comprendiera? Pensé que la mejor manera de ejemplificárselo sería usando una metáfora. “Mira mama, una familia es como una orquesta, formada por diferentes instrumentos, cada uno con una forma y un sonido diferenciado. Cada uno de los instrumentos forma parte de una sinfonía final, pero no podemos entender la sinfonía sólo escuchando los instrumentos uno por uno. Por eso en terapia familiar participan todos los miembros de la familia, siendo el terapeuta una especie de director de orquesta”. Si le hubiera dado una explicación demasiado teórica quizás mi madre no me hubiese comprendido. En ese sentido podemos decir que las metáforas funcionan como elemento clarificador y a la vez sirven de instrumento para ejemplificar aquello que queremos expresar de una manera más fácil.



Pero, ¿qué son las metáforas? La metáfora, del latín metaphora, y éste del griego homónimo que significa traslación, es un artificio del lenguaje que consiste en la aplicación de una palabra o una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación y facilitar su comprensión. Etimológicamente significa “transferencia a una palabra del sentido de otra”.  La Real Academia de la Lengua Española la define como: “tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces en otro figurado, en virtud de una comparación tácita. Alegoría en que unas palabras se toman en sentido recto y otras en sentido figurado”. La metáfora podría describirse como el proceso por el que se atribuye un nombre apropiado a una persona o cosa, con base en una analogía o en una comparación sobreentendida. Así cuando decimos que “alguien se muere de ganas” el oyente sabe que la idea que queremos transmitirle no es que la vida de esa persona está concluyendo, sino que su deseo es muy intenso.

La metáfora se expresa con palabras pero habitualmente nos remite a imágenes. Se dice que la percibimos a través del hemisferio derecho del cerebro, siendo esta zona la menos consciente de la persona, con lo que no se ponen en juego las defensas racionalizadoras. Expresiones como “con el agua al cuello” o “pillarse los dedos” nadie las entiende en su sentido literal, sino metafórico. La mayoría de refranes por ejemplo son expresiones metafóricas: “en boca cerrada no entran moscas”, “a quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija”, etc. Cualquiera de estas expresiones o refranes evocan en quien las escucha una imagen que tiene un efecto impactante, del tipo “una imagen vale más que mil palabras”.

Vivimos en una cultura en la que se nos enseña a pensar de forma lógica-racional, en la familia, en la escuela, en el trabajo. Por ello, cuando tenemos un problema intentamos abordarlo de la forma más "racional" posible. Aunque emociones y procesos inconscientes afecten nuestras decisiones, nosotros intentamos o nos creemos que lo afrontamos todo de forma racional. El lenguaje explicativo, que se basa en el razonamiento, tiende a aislar y a fragmentar, a describir un hecho seguido de otro, de manera lineal. El lenguaje metafórico tiende a sintetizar y a combinar, une diferentes niveles de pensamiento y toca los sentimientos (Peggy Papp) y es determinante en la comprensión de las relaciones, alianzas, distancias emotivas, resistencias al cambio, etc. por lo que se genera una comprensión circular, sistémica.

Las metáforas, así como los relatos, llevan usándose desde hace muchos siglos para transmitir valores, conocimientos y tradiciones dentro de cada cultura. Podemos encontrar metáforas en la Biblia, en los cuentos y leyendas de las diferentes culturas, etc. No se limitan a las figuras retóricas sino que pueden encontrarse en varios ámbitos de la vida, pudiendo usarse con personas de cualquier edad e ideología. Historias, cuentos, anécdotas, metáforas, todos estos recursos tienen en común que siempre abordan un problema, transmiten un mensaje o expresan un principio moral. Lo que distingue a la metáfora del resto de recursos antes mencionados es la combinación de dos aspectos:
- Constituyen una forma de comunicación simbólica expresamente diseñada,
- Tienen una intención curativa o terapéutica.

La metáfora es otra forma de comunicar dentro del género de la historia. Toma una expresión de un campo de la experiencia y lo emplea para decir algo sobre otro campo de la experiencia. Implica establecer una comparación entre cosas que no son realmente iguales. Por eso puede usarse para aplicar una descripción, frase o historia a un objeto o acción que guarda un parecido imaginario, pero no literal. Es esa asociación imaginaria o simbólica lo que da a la metáfora fuerza terapéutica.
Las metáforas son recursos que, como hemos visto, solemos usar en nuestra cotidianidad y por tanto su uso puede trasladarse al contexto terapéutico, siendo expresadas por las familias y retomadas por el/la terapeuta o bien usadas por este/a como herramienta terapéutica. La elaboración simbólica que promueve la metáfora es muy importante en terapia, sobre todo cuando recoge elementos de la propia experiencia y del lenguaje de las familias o de alguno de sus miembros, permitiéndoles llegar a elaborar sus propias conclusiones.

La utilización de las metáforas se convierte en una herramienta ideal para la motivación, la comprensión y el cambio. La creatividad y el acierto de la metáfora activan el potencial humano de una forma natural; desbloqueando, liberando y construyendo algo nuevo. Aquello que es difícil de ser explicado con argumentos lógicos y teóricos puede ser explicado y comprendido mediante metáforas. Y todo aquello que no superan las palabras, sí lo hacen las metáforas.

SONIA BADIA
Educadora Social, Pedagoga, Terapeuta Familiar.
Trabaja en el Centro de acogida Talaia.



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Un cuento metafórico para la familia

Realizar una devolutiva a una familia que ha mostrado una evolución positiva en su proceso terapéutico puede realizarse de muchas maneras...una de ellas, sería el cuento metafórico.  El empleo de la narrativa nos puede servir para redefinir el problema y al mismo tiempo generar un espacio  que  les anime a escuchar y les haga sentirse apoyados y respaldados.

Antes de iniciar con la devolutiva en forma de cuento , hagamos un breve resumen de las distintas etapas por las que ha pasado el proceso terapéutico realizado:


I. La  familia se presentan como una familia  feliz donde el único miembro problemático es Juan, el hijo pequeño.

II. Posteriormente se reconocen, además, otras dificultades familiares donde el conflicto parental y conyugal son omnipresentes. 

III. Se evidencia un alejamiento emocional de los cónyuges así como una fría y distante relación en el subsistema fraternal. 

IV. Se observa la existencia de coaliciones y alianzas producidas por la dinámica familiar.

V. Se orienta a los padres a posicionarse ante esta situación, ya que entienden que su actitud está afectando el funcionamiento familiar y comprenden que la conducta de Juan puede corresponder a una protesta ante los problemas familiares.

VI. La mejora producida en el subsistema conyugal y parental ha propiciado una mejora en la conducta de Juan, así como en el subsistema fraternal.

VII. La familia ha empezado a funcionar como un sistema saludable y nutricio, donde cada subsistema tiene los límites mejor definidos y donde la cooperación, la unión, la comunicación, la empatía, etcétera tienen cabida.



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EL CUENTO: La tiza mágica

Buenas tardes familia. Durante varias sesiones cada uno de vosotros me habéis explicado un precioso cuento, el cuento de la vida de la familia Pérez Grau.

Hoy me toca a mí explicaros un cuento, que he escrito pensando en todos vosotros; se titula, La tiza mágica.

Dice así:

En un país y en un tiempo no muy lejano, vivían dos familias, cada una de ellas con sus hijos e hijas. Ambas familias eran muy trabajadoras y en ellas, las madres jugaban un papel muy importante. De esas familias, los hijos mayores  se enamoraron, cuando todavía eran muy jóvenes; y  el amor que sentía el uno por el otro era tan grande que decidieron compartir su vida, juntos. El día de su boda recibieron muchos regalos, enseres, objetos de decoración y hasta un poco de dinero, que les permitiría empezar su vida en pareja con un poco de tranquilidad. Pero uno de los regalos que les hicieron era muy especial: una caja de tizas mágicas. La persona que se las regaló, al que ninguno de los dos recuerda haber invitado les dijo:

- Aquí os dejo un regalo muy especial. En esta pizarra, cualquier cosa que dibujéis se hará realidad, pero cuidado con dibujar cosas vivas porque todo lo que dibujéis el viento se lo puede llevar.

Los nuevos esposos no entendieron muy bien lo que quería decir este mago y empezaron a dibujar: primero se dibujaron a ellos mismos, viviendo en una casa, con un coche, …y todo iba apareciendo de la nada. Hasta que un día decidieron dibujar a dos bebés; primero a una niña y luego a un niño.  Al poco de estar casados la familia había aumentado hasta ser cuatro personas la que la formaban. El cuidado de los niños les ocupó tanto tiempo que ambos olvidaron la caja de las  tizas y la advertencia del mago. El padre cada día tenía que trabajar más fuera de casa por lo que llegaba muy cansado. La madre se ocupaba de los niños y del hogar, casi siempre en solitario,  y deseaba ver a su marido, pero éste llegaba tan cansado a casa que no era capaz de escuchar lo que le decía su mujer. Por lo que poco a poco, esa relación se fue deteriorando, hasta el punto que los hijos ya no querían que sus padres se enfadaran y, especialmente el hijo pequeño, se sintió desplazado por el malestar que le producía ver cómo sus padres cada día se peleaban más. La hija también sufría al ver cómo su madre lloraba en la habitación y por ello, se hizo la compañera de la madre, y empezó a cuidarla, como si ella fuera su verdadera madre.

En un momento crítico, donde la familia no sabía por qué su vida se había deteriorado tanto, alguien llamó a su puerta: era el mago que pasaba por su aldea y les preguntó si recordaban el mensaje que les dio el día de su boda:

“En esta pizarra, cualquier cosa que dibujéis se hará realidad, pero cuidado con dibujar cosas vivas porque todo lo que dibujéis el viento se lo puede llevar”.

Entonces se dieron cuenta que hacía años que no sabían nada de esa pizarra y ambos padres se pusieron a buscarla por toda la casa. Era la primera cosa que hacían juntos desde hacía años. Y cuando la encontraron no pudieron hacer otra cosa que emocionarse y sus ojos se llenaron de lágrimas: el dibujo que casi se había borrado era el que se hicieron el día de su boda. Estaban fantásticos, elegantes, felices. Pero apenas era reconocible. Encontraron la caja de tizas y ambos decidieron volver a dibujarlo. Mientras lo hacían, volvían a recuperar aquéllos recuerdos que los unieron, las promesas que se hicieron y cómo vibraban el uno con el otro, sólo cogiéndose de la mano. Conforme el dibujo iba cogiendo forma, la pareja volvía a sentirse unida y el proyecto de vida que ambos hicieron cuando eran muy jóvenes, volvió a ser una realidad en este momento.

-¿Qué os ha parecido el cuento?, ¿hay alguna cosa que os evoque algún recuerdo o experiencia?
Pues es precisamente ésta la devolución que os quiero dar. Aunque haga muchos años que vivís juntos no por eso se tiene que dar por sentado que no hace falta preocuparse por el otro, ya que la relación de pareja hay que seguir cultivándola, tanto como adultos que se siguen queriendo, como padres que tienen que hacer mayores a sus hijos y enseñarles, también a ser felices. El reencuentro que habéis tenido ha sido el mismo que el de los protagonistas del cuento: volver a dibujar el proyecto que os unió y sólo recordar los que sentíais el uno por el otro ha conseguido que volváis a necesitar estar juntos. Y vuestros hijos, os lo han agradecido porque os quieren ver felices y sin conflictos familiares. En una ocasión os dije que los hijos bailan la música que los padres tocan, y eso se produce tanto para la buena música como para la mala. Ese baile que ahora habéis recuperado a vuestros hijos les encanta y a vosotros os ha devuelto la felicidad de vivir en pareja.

JOAN TORRALBA
Psicopedagog





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